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viernes, 29 de marzo de 2019

¿LIBERTAD? ¿QUÉ LIBERTAD?


“Nuestra más grande libertad
es la libertad de escoger nuestra actitud”

“Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar,
lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”

Viktor Frankl
Psiquiatra, prisionero en varios campos de concentración
y autor del libro “El ser humano en busca de sentido”


Al reflexionar sobre la libertad, cada día tengo más claro que no centramos adecuadamente nuestra atención sobre lo realmente importante. Nos entretenemos con una de sus variantes mientras evitamos afrontar lo más vital.

Solemos hablar de la libertad refiriéndonos a la posibilidad de elegir sin que haya alguien que limite o condicione nuestra elección. Es cierto que nuestra libertad se ve condicionada cuando se nos impone una limitación o una acción no deseada, pero no por ello dejamos de ser seres libres, al menos en lo más esencial. Por el contrario, podemos tener total albedrío para decidir y actuar, y sin embargo estar muy lejos de ser libres.

Para ser libres no necesitamos el permiso de nadie. La libertad es un estado de nuestra mente o de nuestro espíritu, por lo tanto solo puede nacer de nuestro interior. Esa libertad se puede condicionar pero jamás eliminar. Somos libres en la medida en que somos fieles a nuestros valores y a nuestros propósitos. Y seremos tan libres como profundo sea el conocimiento que tengamos de nosotros mismos y del mundo, siempre obtenido después de una detenida observación y de una atinada reflexión y contrastación. Explorar, reflexionar, interiorizar, elegir, posicionarse, tomar decisiones y actuar. Esta es la secuencia en la que nuestra libertad se expresa y se materializa.

La libertad se perfecciona al actuar, pero solo si nuestra actuación es la culminación de lo que previamente hemos madurado en nuestro interior. En ausencia de esos pasos previos, nuestra libertad es una simple quimera, por mucha libertad para actuar que tengamos. Al contrario, teniendo limitada nuestra capacidad de actuación, nuestra libertad de pensar y sentir nos hace libres.

El ser humano actual parece cada día más programado por una serie de metas y hábitos que se integran en nuestra cultura sin ser cuestionados. Metas y hábitos que se extienden por la sociedad como si de un virus invisible se tratase. El ser humano tiende a no hacerse consciente del ser que es, de sus reales aspiraciones, de sus verdaderos sentimientos. Al contrario, asume como propios los mandamientos de una sociedad esclavizada por el consumo. Me temo que no somos conscientes que estamos destruyendo el entorno natural al mismo ritmo que estamos aniquilando ese otro mundo, éste interior, que es nuestra propia identidad y libre albedrio.

Es preciso recuperar nuestra esencial libertad, esa libertad interior desde la que podemos construir una buena y bella vida para nosotros, y un mundo mejor para la humanidad.


“Lo que de verdad necesitamos es un cambio
radical en nuestra actitud hacia la vida”

Viktor Frankl

Emilio Muñoz
Homo Novus

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