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viernes, 6 de diciembre de 2024

VIDA: EL TIEMPO QUE NOS ES DADO VIVIR…


“El maestro Eckhart [*] ha dicho…

«Quien preguntase a un hombre bueno:

― ¿Por qué amas tú a Dios?
recibiría como respuesta:
― No lo sé… ¡Porque es Dios!
― ¿Por qué amas la verdad?
― ¡Por la verdad!
― ¿Por qué amas la justicia?
― Por la justicia.
― ¿Por qué amas la bondad?
― Por la bondad.
― Y, ¿por qué vives?
― A fe mía, que no lo sé… ¡Me gusta vivir!»

El querer vivir, el gustarnos vivir, es cosa que no necesita
explicación. Pero si nos preguntamos cómo queremos vivir,
qué pedimos a la vida, qué le hace tener sentido para nosotros;
se trata, verdaderamente, de preguntas ―más o menos
idénticas― que recibirán muchas respuestas diferentes”

Erich Fromm (1900 – 1980)
[*] Meister Eckhart (Eckhart de Hochheim, aprox. 1260 - 1328)


Foto de Madison Compton en Unsplash
Creo que la gran pregunta sobre la vida no es si queremos vivir o no, por mucho que podamos tener dudas en los momentos más difíciles de nuestra existencia. La gran pregunta es qué hacemos con ella.

La vida no es, o no debería ser, una obligación. Al contrario, considero que deberíamos entenderla como una oportunidad: eso que tantas veces se ha dicho del papel en blanco que solo nosotros elegimos cómo rellenar.

Yo lo he dicho de otra manera desde hace muchos años: tomemos a nuestra propia persona como el primer ser al que estamos obligados a cuidar y a amar, al que debemos proteger y guiar, al que debemos inspirar para que pueda alcanzar la máxima felicidad. Y… ¡oh, fortuna! Si llegamos a conseguirlo, tal vez sirva de orientación y motivación a cualquiera que se acerque a nosotros.

La pregunta sobre querer o no querer vivir solo tiene dos opciones posibles: sí o no. Es muy sencilla. El problema es que, como magistralmente enfoca Fromm, no es la pregunta más importante. La cuestión fundamental es qué hacemos con nuestra vida y, por tanto, qué hacemos con el tiempo que nos es dado. Las dos grandes preguntas, con infinitas respuestas posibles, son: para qué quiero vivir, y cómo quiero vivir. La respuesta a la primera nos dará la clave sobre el sentido de la vida. La segunda de ellas nos mostrará los principios éticos que nos guiarán, de tal manera que viviendo de acuerdo a ellos viviremos en paz, sin olvidar que si nos desviamos de ellos sufriremos un tormento.

¿Por qué es tan complicada esta cuestión y tiene tantas posibles respuestas? Porque no somos robots fabricados en serie. Cada ser humano tiene una especial identidad y sensibilidad; y, por consiguiente, una peculiar emocionalidad. Y para complicarlo todo más aún, la mente de cada persona busca un camino hacia su realización y felicidad que puede llegar a ser muy dispar; lo cual seguiría siendo así incluso si se compartieran la misma sensibilidad, emocionalidad, sentido de vida y principios éticos. Toda vida es única e irrepetible.

Foto de No Revisions en Unsplash
Todo se complica enormemente para nosotros. Tanto que muchos se sienten abrumados y prefieren reducir su vida a la máxima sencillez, o convertirse en seguidores de aquello que creen que puede serle más beneficioso. El grave problema en estos casos es que el ser humano puede estar renunciando a ser la persona que realmente es, a vivir sus verdaderos principios, su auténtica emocionalidad, sus más arraigados sentimientos. Cuando es así, lo más normal es que el ser humano se sienta perdido y abatido, que pueda reaccionar engañándose y engañando, que pueda verse alterada su psique hasta el punto de caer en depresiones u otras enfermedades del ánimo, e incluso, en casos extremos, que pueda degenerar en una actitud violenta.

El ser humano, una vez que elige vivir, no tiene otra opción que indagar sobre las grandes preguntas de la vida y dar respuesta desde la más absoluta autenticidad a la cuestión de para qué quiere vivir y de cómo quiere vivir. Es un paso imprescindible, pero no definitivo, para alcanzar un alto grado de seguridad, serenidad y satisfacción en su vida.

Como si se tratara de su propio hijo, un ser humano debe cuidarse a sí mismo, pero no de cualquier forma. Debe ocuparse de sí mismo con cautela y amor; debe analizar a lo largo de su vida quién es y para qué vive, lo cual supone un gran esfuerzo. Pero es un requisito imprescindible para alcanzar un alto grado de confianza en sí mismo y en la vida que vive.

La vida, con todos sus condicionantes, que pueden ser muchos, es una gran oportunidad de elegir, lo que supone un grado importante de libertad (maravillosa palabra). Solo de nosotros depende hasta qué punto lo utilizamos. Un planteamiento ambicioso nos exigirá un gran esfuerzo a todos los niveles, así como asumir riesgos. Pero nos abocará a una gran confianza en nosotros mismos, y nos podrá abrir las puertas a una gran satisfacción. Un planteamiento poco ambicioso nos permitirá vivir una vida falsamente tranquila, llena de incertidumbres y dudas.

Creo que está claro que cuánto más renunciemos a la oportunidad de protagonizar nuestra vida, menos nos dejará vivir tranquilos cierto sentimiento de haber perdido una gran oportunidad de hacer algo bueno y bello con nosotros mismos.


Emilio Muñoz
Homo Novus...

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Belle Brume – Fields of gold
(por Belle Brume)