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lunes, 23 de agosto de 2010

NOTAS SOBRE EPICURO, EL FILÓSOFO DE LA AMISTAD (4). DE LA SABIDURÍA COMO FUENTE DE LA FELICIDAD.



"Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en amar la sabiduría, ni, al llegar a viejo, de se canse de hacerlo. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven."

"Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, han de amar la sabiduría, tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir."

Epicuro (341 a.C. - 270 a.C.)
Carta a Meneceo


En estos tiempos de CONFUSIÓN y desconcierto en los que ni siquiera somos conscientes de cuán perdidos nos encontramos, y de que luchamos más por evitar el vacío al que hemos abandonado nuestra alma, que a colmarla de los miles de tesoros a nuestro alcance, las palabras del buen Epicuro cobran todo su gran significado y se convierten en GUÍA que puede orientar nuestro pensamiento y nuestros actos.

Y alzo la voz para decir con rotundidad que estamos tan perdidos que no somos mínimamente conscientes de lo que la SABIDURÍA -tanto la TERRENAL como la del ESPÍRITU- puede hacer por nosotros. Porque nosotros, que vivimos apegados a los ACTOS por evitar el esfuerzo de PENSAR y TOMAR DECISIONES responsables, nos olvidamos de que los actos no pueden orientan ninguna vida, sino que éstos son orientados por nuestros impulsos y por nuestra VOLUNTAD, de la que somos únicos responsables, y que se nutren tanto de nuestro natural ser como del fruto de la MEDITACIÓN. En definitiva, nuestras vidas deben ser dirigidas y orientadas por nuestras aspiraciones, a ser posible, las más nobles.

Por el contrario, vivimos apegados a los actos, sin que estos sean fruto de una cabal orientación e intención, por lo que finalmente nos entregamos a una búsqueda ciega de aquello que puede dar sentido a nuestras vidas, y a una huída loca y desconcertada a ninguna parte. Actuar sin sentido es como ponerse a andar sin un mapa: podremos llegar a cualquier parte, pero nunca a donde queríamos... Lógico si no se sabe dónde ir.

Es la sabiduría -el saber- la CLAVE -llave- que abre todas las puertas e ILUMINA todos los caminos. Es la sabiduría... Pero no cualquier tipo de saber, sino el saber quiénes somos, qué valoramos, qué vicios y defectos nos perturban, qué cualidades acogemos, qué bellas ilusiones nos impulsan, qué nobles intenciones nos agitan, qué sano deseo de hermandad y comunidad nos acerca y qué es todo aquello que nos hace gozar del placer de la amistad y del afecto.

En este venturoso saber reside la clave que nos permite una VIDA SATISFECHA, llena de esa felicidad con minúsculas que es posible alcanzar si acertamos a dar el adecuado sentido a nuestras intenciones y a nuestros actos, siempre en conformidad con nuestras ASPIRACIONES y nuestros VALORES.

Y dejemos claro desde este mismo momento que lo de menos es que a este saber lo llamemos, revelación divina, conciencia, saber natural o intuición, porque lo importante es que le SIRVA AL SER HUMANO PARA DISFRUTAR DE UNA "BUENA VIDA" Y DE UNA PROVECHOSA CONVIVENCIA.

No nos conformamos con cualquier planteamiento ¿verdad?

Emilio M.
Homo Novus


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domingo, 15 de agosto de 2010

NOTAS SOBRE EPICURO, EL FILÓSOFO DE LA AMISTAD (3) BREVE COMENTARIO SOBRE SU ÉPOCA.

"El que no considera lo que tiene
como la riqueza más grande,
es desdichado, aunque sea dueño del mundo"

Epicuro (341 a.C. - 270 a.C.) ,


El mundo griego en el que vivió Epicuro era, por tanto, un mundo triste y pesimista. No es de extrañar que, en este contexto de DERROTISMO e IMPOTENCIA -de vivir a la sombra de pasados esplendores que nunca más volverían- hubiera quienes buscasen -y encontraran- un MARCO VITAL E IDEOLÓGICO que permitiera a los griegos de la época afrontar su existencia con ALIVIO.

Epicuro respondió con su FILOSOFÍA DE LA AMISTAD. Pero no fue la única respuesta que se dio. Hubo más. Especialmente una más: el ESTOICISMO. Ambas BUSCARON LO MISMO POR DIFERENTES CAMINOS (que, en ocasiones, se encontraban) y, curiosamente, desde entonces marcaron nuestro pensamiento (el occidental) llegando hasta nuestra época, especialmente durante aquellos periodos de crisis material y moral que resultaron más agudos. La convivencia de ambos sistemas de pensamientos, lejos de ser conciliadora, estuvo marcada por el ENFRENTAMIENTO (duro enfrentamiento en muchas ocasiones) con peores consecuencias para el que de ellos planteaba una visión más noble y bondadosa de la existencia: el epicureísmo.

En realidad, estas dos corrientes de pensamiento polarizan la ACTITUD Y LA RESPUESTA DEL SER HUMANO ANTE LA VIDA en cualquier época, y, en especial, en los periodos de crisis y dificultades. En el fondo persiguen lo mismo: que el ser humano pase con más gloria que pena su DURA TRAVESÍA POR ESTE MUNDO, pero mientras el estoicismo lo busca INSENSIBILIZANDO EL ALMA del ser humano (la lógica del "quien no siente, no padece") el epicureísmo lo hace aceptando la dureza de nuestra realidad, pero promoviendo el disfrute de los GOCES MÁS HUMILDES DEL CUERPO Y EL DE LOS MÁS INTENSOS DEL ESPÍRITU, en especial del afecto y de la amistad. Al fin y al cabo, la abundancia de estos últimos solo depende de nosotros mismos: los podemos generar de forma ilimitada y el factor clave para que se multipliquen es la generosidad con la que queramos repartirlos.

¿Hace falta que diga con qué planteamiento me quedo?

Emilio M.
Homo Novus