"Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en amar la sabiduría, ni, al llegar a viejo, de se canse de hacerlo. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven."
"Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, han de amar la sabiduría, tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir."
Epicuro (341 a.C. - 270 a.C.)
Carta a Meneceo
En estos tiempos de CONFUSIÓN y desconcierto en los que ni siquiera somos conscientes de cuán perdidos nos encontramos, y de que luchamos más por evitar el vacío al que hemos abandonado nuestra alma, que a colmarla de los miles de tesoros a nuestro alcance, las palabras del buen Epicuro cobran todo su gran significado y se convierten en GUÍA que puede orientar nuestro pensamiento y nuestros actos.
Y alzo la voz para decir con rotundidad que estamos tan perdidos que no somos mínimamente conscientes de lo que la SABIDURÍA -tanto la TERRENAL como la del ESPÍRITU- puede hacer por nosotros. Porque nosotros, que vivimos apegados a los ACTOS por evitar el esfuerzo de PENSAR y TOMAR DECISIONES responsables, nos olvidamos de que los actos no pueden orientan ninguna vida, sino que éstos son orientados por nuestros impulsos y por nuestra VOLUNTAD, de la que somos únicos responsables, y que se nutren tanto de nuestro natural ser como del fruto de la MEDITACIÓN. En definitiva, nuestras vidas deben ser dirigidas y orientadas por nuestras aspiraciones, a ser posible, las más nobles.
Por el contrario, vivimos apegados a los actos, sin que estos sean fruto de una cabal orientación e intención, por lo que finalmente nos entregamos a una búsqueda ciega de aquello que puede dar sentido a nuestras vidas, y a una huída loca y desconcertada a ninguna parte. Actuar sin sentido es como ponerse a andar sin un mapa: podremos llegar a cualquier parte, pero nunca a donde queríamos... Lógico si no se sabe dónde ir.
Es la sabiduría -el saber- la CLAVE -llave- que abre todas las puertas e ILUMINA todos los caminos. Es la sabiduría... Pero no cualquier tipo de saber, sino el saber quiénes somos, qué valoramos, qué vicios y defectos nos perturban, qué cualidades acogemos, qué bellas ilusiones nos impulsan, qué nobles intenciones nos agitan, qué sano deseo de hermandad y comunidad nos acerca y qué es todo aquello que nos hace gozar del placer de la amistad y del afecto.
En este venturoso saber reside la clave que nos permite una VIDA SATISFECHA, llena de esa felicidad con minúsculas que es posible alcanzar si acertamos a dar el adecuado sentido a nuestras intenciones y a nuestros actos, siempre en conformidad con nuestras ASPIRACIONES y nuestros VALORES.
Y dejemos claro desde este mismo momento que lo de menos es que a este saber lo llamemos, revelación divina, conciencia, saber natural o intuición, porque lo importante es que le SIRVA AL SER HUMANO PARA DISFRUTAR DE UNA "BUENA VIDA" Y DE UNA PROVECHOSA CONVIVENCIA.
No nos conformamos con cualquier planteamiento ¿verdad?
Emilio M.
Homo Novus