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domingo, 14 de mayo de 2023

DE LA MAGIA DEL RENACIMIENTO Y LA PLENITUD DEL VIVIR


“El cuerpo humano, es por antonomasia,
la unidad simbólica del Renacimiento”

“Las diferentes tendencias e investigaciones
del Renacimiento (…) tienen en común
una representación de la anatomía humana
como una arquitectura de las emociones”

Rafael Argullol (1949 - …)


“Llega un día en el que descubrimos
que es mejor opción la muerte que la renuncia
de aquello que da forma a nuestra
noble esencia y al goce de la belleza
en su máxima expresión”

Emilio Muñoz


El Renacimiento, especialmente el italiano, fue ante todo un regreso a los orígenes, a lo primordial, a lo auténtico. Y fue una recuperación de la inocencia y de la alegría de vivir desde la admiración y la creación de la belleza a todos los niveles. También, y principalmente, a nivel emocional, a través de la exaltación de los sentimientos provocados por la auténtica vivencia de la belleza. Por eso, el Romeo y Julieta de Shakespeare, autor renacentista (no se nos olvide), es, en mi opinión, un compendio de la pasión por la belleza, representada en el amor adolescente. Y, por extensión, su obra también muestra cómo los adultos destruimos esa belleza.

Pero el ser humano actual, que tanta prisa tiene por llegar a ningún sitio, y por demostrar lo que no es su verdadero yo y lo que no tiene; tan ignorante de la historia y del valor de filosofar sobre su naturaleza y existencia, ignora que hubo un tiempo en el que unos pocos artistas y pensadores demostraron hasta qué punto la creatividad se puede sublimar y la belleza puede inflamar nuestro espíritu.

La mirada de Simonetta Cattaneo Vespucci 
Sandro Botticelli - “El nacimiento de Venus” (extracto)
La pasión por la vida y la admiración sincera y humilde de toda belleza es lo que me ha llevado a traer, una vez más, la obra de Sandro Botticelli (1445 – 1510), “El nacimiento de Venus”. Esta fue una de las obras en la que el pintor tomó como modelo a Simonetta Cattaneo Vespucci (1453-1476), una verdadera inspiración para él y para otros pintores de la época.

Simonetta fue una joven mujer, nacida de noble familia, que fue casada con tan solo 16 años con un rico mercader florentino, y que murió a los 23 años, según se cree, de tisis. Lo que más me fascina y apasiona de Botticelli y Simonetta es que en esta pintura (¡que solo la dio por terminada nueve años después de la muerte de su modelo!) se retrata la belleza no solo física. También se retrata la belleza de las emociones.

En esta obra Simonetta muestra en su rostro y en su expresión, una belleza difícilmente alcanzable. En su mirada aún no se ha extinguido la inocencia de la adolescencia. La franqueza de sus ojos tristes es sobrecogedora. Ningún velo artificial se interpone entre su rostro y el espectador, y así nos da la oportunidad de sentir piedad por sus circunstancias, y un amor divino por el alma que se transparenta en su expresión. ¡Quién no querría acoger en un tierno abrazo a la hermosa Simonetta!

Y esta emocionalidad llena de inocencia es la que preside buena parte de las obras del Renacimiento. Sus obras, más que querer impresionar con el físico, lo pretenden hacer con la expresión de las más bellas emociones.

El “Romeo y Julieta”, que antes mencioné, parece beber de las mismas fuentes de inspiración. De hecho, encuentro una total unidad entre estas obras, pictórica y literaria, por cuanto retratan las mismas bellas e inocentes pasiones. Es curioso comprobar como Shakespeare escribió su obra mucho después (1593 - 1594). Incluso después de la obra que, se dice, inspiró al gran dramaturgo, “Historia novelada de dos nobles amantes”, de Luigi da Porto, publicada en 1530.


Aunque me salga un poco del hilo conductor de este escrito, y pidiendo perdón por si molesto a alguien, no quiero dejar de decir lo que, en mi opinión, es una verdad que solo puede ser ocultada por nuestra pasmosa, ridícula y perjudicial vanidad: los niños, sin saber, saben mucho mejor que nosotros sobre la belleza, sobre el amor y sobre la plenitud de vivir.

Y sentencio algo que cada día veo más claramente: no encontramos la belleza en el vivir cuando la buscamos. Es la belleza la que nos encuentra cuando reconoce en nosotros el auténtico amor por la vida, despojado de toda artificialidad y apariencia. Además, la belleza deja de ser belleza cuando intentamos apropiarnos de ella. En ese momento, nosotros también dejamos de ser quienes en esencia somos…


Emilio Muñoz
Homo Novus...

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David Garrett – Air on the G string (Johann Sebastian Bach)
(por VidMak)



jueves, 4 de mayo de 2023

CUANDO NO SE AMA DEMASIADO…


“Cuando no se ama demasiado
no se ama lo suficiente”

Blaise Pascal (1623-1662)


Foto de Erik Brolin en Unsplash
Porque amar es la esencia de nuestra humanidad, lo que marca nuestra identidad más peculiar. Y más importante aún: lo que da sentido a nuestra vida.

El progreso y la riqueza nos han dado una autonomía e independencia que nos ha llevado a sobrevalorar nuestra fortaleza y a minusvalorar la necesidad de conectarnos con otros seres y cuidarnos mutuamente. Y aún peor: nos ha vuelto excesivamente formales y fríos, de tal manera que hemos olvidado la función social de la charla, del abrazo y del juego, entre otros.

Solo es cuestión de tiempo que la vida nos proporcione una “cura de humildad” y que nos ponga los pies sobre el suelo. Una cura que nos recuerde que no somos “más que una caña, la más débil de todas, pero una caña que piensa”, utilizando las palabras del mismo filósofo y científico, Pascal.

Tal vez cuando eso ocurra volvamos a recuperar nuestro equilibrio perdido, empezando por nuestra capacidad de conectar, de empatizar, de vivir la esencia de la belleza y de la vida, también del ser humano y sus obras. Esa esencia que va mucho más allá de la foto hecha con el móvil, y que enviamos a todos nuestros contactos solo para presumir de algo que no sabemos ni que es, muchas veces un auto-engaño.

Será entonces cuando vuelvan a tomar sentido los abrazos, recuperemos la generosidad y nuestro rostro se ilumine cuando riamos. No hará falta esconder nuestra autenticidad, ni necesitaremos demostrar nada. Nos bastará con ser como somos y compartirlo con los demás.

Es necesario amar demasiado la vida para no perderse en la apatía y para no perecer en la trivialidad. Amar demasiado, espontáneamente, sin cuidarse en medir el amor que damos. Una vez más, exactamente como hacen los niños.

¿Y amar apasionadamente? Sí. Pero al menos, amar con ardor, lo cual es un signo de verdadera inteligencia, de inteligencia de la buena.


Emilio Muñoz
Homo Novus...

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The American Dollar - At the Beach (Omar Raafat Rework)
(por The American Dollar)