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lunes, 22 de abril de 2024

ESPÍRITU HUMANO. INQUIETUD: CURIOSIDAD, APRENDIZAJE Y ENSAYO


“No tengo ningún talento especial,
solo soy apasionadamente curioso”

“La creatividad
es la inteligencia divirtiéndose”

Albert Einstein (1879 – 1955). Alemania (Suiza, Austria, USA)


Foto de François Verbeeck en Unsplash
El espíritu humano es, por naturaleza, realmente inquieto. Basta con mirar a cualquier niño para comprobar cómo es nuestra verdadera naturaleza de inquieta: el ansia de aprender de los niños no tiene límites, ni el de probar experiencias nuevas, que se resume en su imaginación y en sus juegos.

Más allá de la exigencia de uniformidad que impone nuestra sociedad y que va matando la iniciativa de los niños (un verdadero crimen que debería tratar más extensamente en mi blog “Un ángel dormido”), la realidad es que este rasgo humano, el de su inquietud por conocer y probar, forma parte de nuestra naturaleza, y ha impulsado los grandes avances científicos, técnicos y culturales a lo largo de la historia.

La inquietud del espíritu humano es el principal motor del periodo de mayor esplendor, en mi opinión, de la historia humana: el Renacimiento. Especialmente, el Renacimiento italiano, esos dos siglos grandiosos (Quattrocento y Cinquecento) que fueron la mayor base para la futura consolidación de la Ilustración y la muy controvertida Revolución Industrial que le siguió.

Pero no es lo que más me importa destacar en este momento, sino la fuente de placer y energía extraordinaria que nos aporta este rasgo humano, y que se materializa en una curiosidad sin límites, y en una apuesta decidida por aprender y poner a prueba lo aprendido hasta llevar el conocimiento, los procedimientos y la tecnología más allá de sus límites previos. No nos basta con repetir tediosamente lo conocido… necesitamos descubrir y afianzar lo que descubrimos.

Pero no olvidemos que para todo ello necesitamos ser, además, positivamente críticos, y cuestionarnos el statu quo (de forma positiva, insisto, que hay mucha hipocresía respecto al sano espíritu crítico, algo que también debería tratar más extensamente para “desfacer entuertos”). El progreso solo es posible cuando conocemos y valoramos nuestra posición actual, lo que hacemos constantemente, aunque lo llamemos de otra forma.

Sobre estas bases se fundamenta nuestra creatividad. Una creatividad que, tal como lo describo, no busca más utilidad que la del placer de aportar algo al devenir y progreso humano. Progreso que, por otra parte, solo debería considerarse positivo si no daña al propio ser humano o al medio ambiente. Algo que hemos olvidado, por cierto.


Emilio Muñoz
Homo Novus...

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(por Kyle Preston)



miércoles, 3 de abril de 2024

UNA PEQUEÑA NOTA SOBRE EL ARTE DE VIVIR…


“Por más que te esmeres en encontrar
qué puedo hacer,
no habrá nada más útil que estas artes,
que no tienen ninguna utilidad”

Publio Ovidio Nasón (43 aC – 17)


“Y es que la belleza -repitió- promete, en efecto, un infinito”

Luís Antonio de Villena (1951 - …). España
De “Filósofo de Cirene enamorado del amor”


Foto de Martí Alonso en Unsplash
El poeta Ovidio, crítico feroz contra la “infame pasión de poseer”, se refiere a lo que habitualmente llamamos arte, pues encuentra en el goce de crear y disfrutar del arte, sea cual sea, el mejor alimento para el espíritu. Y esta es una gran lección de vida, pues pone por encima de las pasiones materiales, esas otras intelectuales y espirituales. Y lo digo siendo consciente de que actualmente las artes crean utilidad material, pues da de comer a muchos artistas y crea importantes beneficios a varias industrias. Pero este no es el motivo de mi reflexión.

Yo amplio lo dicho a esas otras artes que no son consideradas habitualmente como tales, pero que iluminan la vida humana, la llenan de belleza, e integran ese concepto tan difuso, pero tan enriquecedor, que llamamos “humanismo”.

Me refiero al arte de vivir o al arte de amar, como parte troncal de lo que denominaría “artes mayores”, sin despreciar muchas otras artes, como el arte de la prudencia, que trató el religioso y pensador español del Siglo de Oro, Baltasar Gracián

Al final, somos felices porque gozamos de la belleza, pero este gozo sería nada si no lo compartiéramos. Hablaríamos por tanto del arte de compartir, de poner en común. Y, por extensión, del arte de dialogar y entenderse, del arte de ayudar y solidarizarse, de ser humanidad sin dejar de ser uno mismo.

En esta visión ampliada de las artes del vivir y del espíritu encuentro yo mis mayores gozos, sin que ello obligue a renunciar a la sencillez y a la humildad, que nunca deberíamos abandonar pues son condición necesaria para el buen vivir. Por el contrario, entiendo que prescindir de todo ello supone renunciar al sano goce de la vida.


Emilio Muñoz
Homo Novus...

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Anita Tatlow & Cephas Azariah – Aurora
(por Premium Music HQ)